lunes, 6 de abril de 2015

DICC. 323: ESTUPOR

Estupor: Asombro, pasmo.

   1.  Si me pusiera melodramático, podría decir sin ambages que ya puedo morir tranquilo: ya he representado una obra de teatro, ya he trabajado como guía turístico, ya he sido profesor de español para extranjeros y ¡ya tengo la experiencia de haber trabajado en un instituto público español como docente de Lengua castellana y Literatura! Sin embargo, no os preocupéis -o no os alegréis demasiado-, que no voy a fenecer todavía; no sin ver antes ganar al Atlético de Madrid al menos una Copa de Europa.
       La gran novedad, como ya habréis notado, es el último elemento enumerado: la experiencia docente como profesor de Secundaria, que tuvo lugar en el IES Marqués de Manzanedo de Santoña entre el 6 de febrero y el 20 de marzo.
      Todo empezó en los fríos ya algo lejanos de noviembre, cuando mi querida Olga me avisaba de que debía estar alerta, pues al parecer, había avanzado considerablemente la lista de sustituciones en Cantabria y posiblemente quedase poco para que me llamaran. Cuál fue mi sorpresa cuando comprobé que la lista andaba por el número 192, mientras que mi puesto era el 154. Una vez interiorizado, informado del procedimiento y con la fuerza del "que por mí no quede", interpuse una reclamación al Gobierno de Cantabria, completamente convencido de que no me darían la razón. Cuál no sería, por tanto, mi estupor, cuando la semana de mi cumpleaños todo se precipitó de tal forma que el día en que Cantabria se quedaba incomunicada a causa del mayor temporal de nieve del siglo, yo era llamado de la Consejería de Educación para que acudiese a la mayor brevedad posible para firmar el contrato e incorporarme de inmediato al santoñés IES Marqués de Manzanedo.
       Después de la apoteósica -y casi milagrosa- llegada, comenzó un mes y medio de sustitución maravillosa, en la que aprendí, en la que gocé y en la que me enfrenté a casi toda la casuística posible a la que te puede enfrentar la educación secundaria, por lo que no puedo sino manifestar mi enorme placer de dicha experiencia, llevada a la práctica, además, en el instituto más hermoso de toda Cantabria, como podéis ver en la fotografía.
   
      2. Pasito a pasito estamos en España otra vez a las puertas de unas nuevas elecciones municipales y autonómicas y, como suele ser habitual en tales circunstancias, florecen las estrategias de unos, los nervios de otros y las promesas de todos.
         Afortunadamente con el paso de las semanas y con el desvelo de las verdades, se va desinflando cada vez más ese globito al que llaman PODEMOS, rebautizado ya en buena parte del país como POTEMOS, habida cuenta del sinnúmero de corruptelas descubiertas a sus líderes más afamados.
          Por su parte, el sainete del Partido Socialista, después de la fulminación exprés y nocturna de Tomás Gómez en Madrid, ha acabado elevando a los altares a Rafael Simancas como candidato a la Comunidad -tal vez para volver a cosechar el fracaso de 2003- y como candidato a la alcaldía a Ángel Gabilondo, apodado "San Canuto" en honor y reconocimiento a la festividad de alabanza y honor al porro que instauró entre los universitarios cada jueves cuando era rector de la Universidad Autónoma.
          El Partido Popular, principal partido gobernante en la mayor parte de autonomías y municipios, se encuentra actualmente librando unas batallas internas que ríanse ustedes de las que enfrentaban a dominicos y agustinos por el poder de la Universidad allá cuando Fray Luis dio en retirarse del "mundanal ruido". Hasta el momento, asistimos con estupor a cómo en vez de programar una estrategia que les salve en coalición con Ciudadanos, no hacen sino menospreciar al único partido con el que podría diseñar una coalición y un pacto de gobierno.
          Así que, muerto de egocentrismo por obra y gracia de Rosa Díez UPyD y sin llegar a despegar VOX, mucho me temo que la única esperanza de los españoles que miramos el panorama político con interés -pero sin intereses- es Ciudadanos, un partido que en el último medio año ha crecido de una forma exponencial como si de la envergadura de Aureliano Buendía se tratase. Si sigue la progresión, podrá hacerse efectiva y verdadera la frase del "cafetero" Alfonso Guerra, y a España no la conocerá ya ni la madre que la parió.