Oropel: Cosa de poco valor y mucha apariencia.
1. ¡Cuánto me acuerdo estos últimos días de mi admirado Don Fernando Gómez Redondo! ¡Y qué desvergonzado soy por no haberle escrito unas líneas después de casi año y medio! Si me acuerdo últimamente tanto de él es porque he tomado conciencia de algo que me manifestaba en el último correo que nos cruzamos, donde me alertaba con asombro y preocupación de la situación educativa de las universidades púb(l)icas españolas, como la de Alcalá, que trataba de captar alumnos en Filología disfrazando el vacío de contenidos con el oropel tecnológico, ya que incluso les regalaban un E-book por matricularse. -¡¡Alcalá, quién te ha visto y quién te ve!!-
2. ¿De dónde deriva tanta alegría madridista y tanta fiesta pomposa? Pues tengo una teoría, queridos: tras fiesta organizada con mucho oropel siempre se oculta una triste realidad. ¿No será acaso la realidad del paro, de la ruina económica, de los fraudes de Andalucía..., y el fútbol el oropel perfecto con que taparlo todo?
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