Parajismero: Persona que hace muecas y visajes.
1. ¡Aquí estoy de nuevo, queridos míos! Más de cuatro meses y tantas vicisitudes -de las que os iré dando cuenta en las próximas entradas- después, retomo mi actividad de desenterramiento léxico con las mismas ganas, la misma fuerza y el mismo ánimo pedagógico de siempre.
Una de las novedades más significativas de estos meses ha sido mi actividad teatral con hasta diez representaciones: cuatro de Bodas de sangre y seis de La cabeza del dragón. Como era previsible, disfruté infinitamente más de la farsa de Valle que de la tragedia de Lorca. A ello, por supuesto, contribuyó la obra, pero sobre todo, los compañeros de actividad, los cuales son humanamente inmejorables en el caso de "Rabos de lagartija" e indiscutiblemente variados -digámoslo así- en el caso de "Komoteatro".
En cualquier caso, aunque el trato humano a estas alturas sea tan diferente en ambos grupos, tengo una deuda de gratitud con ambos por la oportunidad que me han dado de difrutar de esta actividad a la que ha tanto tiempo deseaba hincarle el diente. Algunos espectadores que han vertido cariño viéndome en ambas obras -mi fraternal Elena, mi dilecto Antonio, mi queridísima Sónia- me han señalado que hay determinados gestos que, con independencia del papel que esté representando, tiendo a perpetuar cuando quiero mostrar sorpresa. Ello puede denotar que no soy un buen actor; que adolezco de falta de experiencia, y que, aunque ser un innato parajismero ayuda, se requiere siempre de una base teórico-práctica para desarrollar cualquier actividad. Aun así, queridos míos, considerando la opinión de los espectadores, el resultado en ambas obras ha sido más que satisfactorio para ser un grupo amateur; y el teatro desde dentro, como el fútbol desde fuera, no es ni más ni menos para mí que una excusa para ser feliz.
2. Hay personas parajismeras para las que el simple paso de un insecto o la caída de la primera gota de lluvia es causa de una sucesión de muecas y gestos que los convierten a mis ojos en auténticos histriones. En cambio, sin duda alguna, los prefiero antes que a los hieráticos personajes a los que ni siquiera una hecatombe es capaz de hacerles variar el rictus.
Si el paradigma de este segundo grupo es el presidente del gobierno de un país arruinado por la corrupción de sus instituciones, amenazado por voraces nacionalismos y sumido en una crisis económica como nunca se ha conocido, el resultado no puede ser más desesperanzador.Por si fuera poco, a estas hecatombes, esta semana hemos de sumar el mayor de los oprobios, por medio de esa sentencia instigada por los políticos y execrada por los jueces, mediante la cual, con la derogación de la Doctrina Parot, no solo son excarcelados malnacidos etarras, sino que, para encubrir el pacto entre PPSOE y ETA, también saldrán a la calle asesinos y violadores en serie. La respuesta de esa efigie monclovita llamada Mariano ayer a pregunta de los periodistas no puedo ser más explícita: "Está lloviendo" respondió mientras llevaba a cabo su actitud escapista de siempre. ¿Está lloviendo, Mariano? ¿Para quién? ¿Para las víctimas o para los verdugos? Hay días, semanas, meses y años en los que produce efectos eméticos ser español.
No hay comentarios:
Publicar un comentario