Extemporáneo: Impropio del tiempo en que sucede o se hace.
1. 100 Montaditos es una cadena de restaurante-cervecerías que ha poco tiempo emergió en el panorama nacional y realmente "la lió", como rezan infinidad de carteles promocionales en sus locales. Si la política de un montadito a un euro ya fue realmente rentable para sus arcas, desde el mes pasado la revolución ha sido aún mayor al dejar cada montadito a 0,50 los lunes.
Yo he comido o cenado en varias ocasiones en estos locales que descubrí en Santander el año pasado y, si bien es verdad que no se trata de una calidad suprema, he quedado bastante satisfecho tanto con el servicio como con la materia prima.
Sin embargo, esta mañana su política comercial me ha decepcionado con creces. Caminaba por la salmantina calle Toro en mi curriculeo semanal cuando, al toparme con un Montaditos, he pensado en dejarles un currículum vítae, mas cuál ha sido mi sorpresa al ver el cartel que tenían colocado en la ventana, que adjunto en el presente artículo.
¿No os parece, queridos lectores, que un cartel sexista como este es algo absolutamente extemporáneo? ¿No créeis que en el mundo globalizado que habitamos debiera ser penada la política sexista y masculinamente discriminatoria de esta empresa? ¿Acaso un varón sirve peor los montaditos que una mujer?, ¿o se trata de la perpetuación de la absurda política falsamente igualitaria de Rodríguez Zapatero? Sea como sea, 100 Montaditos, hoy me has decepcionado.
2. Uno de los sitios adonde he llevado el currículum esta mañana ha sido al colegio de las Jesuitinas, en el que mi querida Teresa lleva trabajando más de tres décadas como profesora de lengua.
He llegado sobre las 11.25, hora en la que todos los chicos estaban en el patio y me ha gustado quedarme un ratillo observándolos y retrotrayéndome con la mente una década, cuando se me abrió la puerta de las segundas oportunidades al llegar al añoradísimo centro de Jesús Maestro donde tan feliz fui, donde tanta humanidad aprendí y donde tantos buenos valores intenté copiar. Y casi de inmendiato me ha venido a la mente con saudade mi madrina teresiana, la hermana Margarita, que tanto me ayudó en mis primeros pasos allí regalándome las zapatillas del cariño; me he retrotraído hasta ese primer año compartido con Alfonso, con quien tanto reí; he recordado a Ancor, a Che, a Lourdes, a Guiomar y, cómo no, esas dos convivencias de amistad y de fe en Toledo con el carismático Quillo como perfecto anfitrión.
Y después de sentir tanta nostalgia y de sonreír por el bonito recuerdo, he sentido mucha lástima al acordarme de un Cuarto de hora -momento de reflexión cristiana que hacíamos a las nueve y media- en el que Lola, con su particular forma de ver el mundo, nos argumentó que en la sociedad de 2003 era un contravalor el estudio, ya que lo realmente popular y valorable entre los jóvenes era no estudiar.
Una década después, muchos de esos vagos y maleantes están trabajando y, en el peor de los casos, dirigiendo empresas y aplicando la política que a ellos les ha funcionado: la sobrevaloración de lo popular en detrimento de la calidad.
Así las cosas, en la España actual una tal Belén Esteban cobra miles de euros por ir a un plató televisivo sin saber hablar, mientras expertos en oratoria viven de la caridad o de las ayudas de sus conciudadanos; España es el país peor formado según el informe PISA, y los asesinos terroristas son excarcelados y cobran 6.000 euros en virtud de una dizque sentencia judicial.
Cuando en una sociedad la virtud -no ya el estudio- es un valor extemporáneo, y lo más mediocre o indino lo más exitoso, no cabe duda: esa sociedad tiene una metástasis extendida que es preciso extirpar de inmediato para que quede algún resquicio para la esperanza.
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