Indulgencia: Facilidad en perdonar, disimular las culpas o en conceder gracias.
1. Dieciocho días ha, queridos míos, que os tengo abandonados de la actualidad bloguera.
Espero encontrar algo de indulgencia en vuestros probos corazones si os confieso que tan gran desatención ha sido exclusivamente causa de las numerosas ocupaciones laborales que han tiranizado mi tiempo: en estas dieciocho jornadas he impartido cuarenta y cinco horas de docencia en Enforex, he ayudado a Eva con la sintaxis, ha tenido lugar la famosa -al final existió- reunión de CORPES, se ha reactivado el proyecto sociolingüístico y llevo ya más de setenta mil palabras pertenecientes al mes de febrero codificadas y validadas. Amén de ello, podría también informaros de que el día 5 de marzo tuvo lugar el megaensayo del grupo de profes y que finalmente presentamos La cabeza del dragón el 15 de junio en la biblioteca Torrente Ballester, que se aproximan caminatas por Madrid a ritmo de Enforex, que hay una ilusionante excursión en lontananza con mi querido Antonio esta Semana Santa por tierras de Aranjuez, etcétera, etcétera, etcétera, pero no os contaré todo el primer día, que esta semana prometo no teneros abandonados.
2. "[ Hay personas que] se alegran cuando los Reyes de España saludan desde el yate en verano porque no son capaces de hacer una mínima reflexión, no son capaces de decirse a sí mismos, qué pasa aquí, qué pasa conmigo, Dios mío, tú que todo lo
ves, por qué a mí no me llega el sueldo ni para ir a una cámping de Benidorm.
Indignaos, coño, que no tenéis sangre en las venas."
Esta aseveración que firmaba Elvira Lindo en Una palabra tuya cuando aún la monarquía gozaba de cierta reputación en nuestro país, ya me pareció harto adeacuada cuando la leí años ha, bastante tiempo antes de que Eduardo Inda y El Mundo descubrieran a la opinión pública los sucios negocios de Cristina y de Iñaki, prohijados y en muchos casos auspiciados por don Juan Carlos I de Borbón.
El senecto sucesor de Franco es impune merced a una Constitución que el pueblo español votó en las urnas, pero no así su hija, su yerno y demás comitiva monárquica, que, en cambio, disfrutan de impunidad legal por estar a la sombra de la Corona.
Ante semejante atropello a la igualdad, cabría, así pues, no esperar indulgencia alguna por parte del pueblo español, máxime encontrándonos en una situación tan precaria económicamente a causa, entre otras razones, del desfalco de la Monarquía. Sin embargo, ciertos periodistas -así se hacen llamar al menos- siguen defendiendo a Juan Carlos y sus corináceas actuaciones y creando, o intentando crear, un estado de opinión favorable a estos contumaces atracadores de guante blanco. ¿Pero no se dan cuenta de que ellos mismos son los primeros que, como ciudadanos, fueron desfalcados?
Como bien decía Elvira Lindo, "¡indignaos, coño!"
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