Cortapisa: Obstáculo, dificultad.
1. Como os dije, poco a poco os iría poniendo al día de mis quehaceres en estos meses desaparecido del blog por las numerosas ocupaciones laborales.
Empiezo hoy hablándoos de una joven brasileña, que sin lugar a dudas, ha sido una de las personas más importantes en estos últimos cien días de mi vida, desde que el 12 de agosto apareció en mi clase de B1. Esa misma tarde haría el Citytour y, si bien poco después cambiaría de clase, la semana del 19 al 23 de agosto volveríamos a coincidir en la que yo defino como la mejor clase del verano, con mis añoradísimos Kaoru, Lily, Ana, Camila y, cómo no, esta brasileña excelente llamada Bruna Franco Ramalho.
Esa misma semana me preguntó si daba clases particulares fuera de Enforex y, desde esa semana, fue mi alumna extraoficial. Después, cuando mi situación personal empezó a tornarse asaz negativa con la caída en el Camino, la traición de las alemanas y mi final de CORPES, no solo siguió siendo mi alumna, sino y sobre todo, mi mánager proporcionándome alumnos particulares como Daniel, Clenia o Mariana. Sin embargo, por encima de esas ayudas que solo Dios sabe cuánto agradezco, me quedo con sus impresionantes calidad y calidez humanas, una calidad y una calidez que me hacen decirte, sin ninguna cortapisa, querida Bruna, que te echo mucho de menos y que eres y has sido mi alumna favorita de 2013, amén de una grandísima amiga y un excelente descubrimiento humano.
Como te dije el sábado en la triste despedida de Barajas, esto no es un adiós; es simplemente un hasta luego, pues las personas que quieren, siempre se encuentran dos veces en la vida.
2.
Pocas veces como ayer cuando volví de nuevo casi seis días después de
haber partido, he sentido a Salamanca como algo tan propio, como un
lugar tan inherente, como un edén tan querido. Os cuento, queridos: Hace
tres días tenía una entrevista de trabajo en Alicante y, por haber
pasado la primera parte, hube de quedarme en dicha ciudad mediterránea
para hacer una segunda prueba el martes, después de estar todo el día
bajo supervisión de un comercial. No puedo decir que lo pasara mal el
martes en Alcoy, pero tampoco sentía que fuera un trabajo para mí. No
obstante, como sabéis, dada mi situación cuasidesesperada, estaba
dispuesto a aceptar el empleo si me lo daban, siempre y cuando, por
supuesto, fuera legal. Y así, con esa sensación peligrosa de no tener
nada que perder, fui a la segunda y última entrevista el martes a eso de
las 19.40. En menos de cinco minutos, me dijeron que estaba contratado
y, sin entender mis circunstancias de que yo estaba en Alicante solo
para una entrevista y no tenía nada allí, me instaron a estar a
las 7:50 del día siguiente con camisa, corbata, zapatos, etc... Ante la
imposibilidad de que razonaran conmigo acerca de la dificultad de
encontrar todo eso a esa hora en una ciudad desconocida, opté por hacer una interrogación evidente:
"Muchas gracias por la oportunidad, pero si me permiten una pregunta:
¿cuándo firmo el contrato? ¿Qué tipo de contrato es? Me gustaría tener
alguna información al respecto de las condiciones económico-legales". En
ese momento, como si nos hubiéramos enterado de que Rubalcaba había
ganado las elecciones, los rostros del comercial y el jefe se congelaron
mirándose entre ellos -es que, ¡joder!, ¡mira que preguntar un trabajador por un contrato! ¿Dónde se habrá visto semejante afrenta?-.
Por fin, pasados dos segundos de silencio, el jefe me contestó, muy
locuaz, pero poco convincentemente: "Bueno, yo mañana llamo al asesor y
todo eso ya lo aclaramos mañana a las 7:50".
Y así, con esa sensación de agobio, de desnortamiento y de
desconfianza, salí de la oficina directo a una tienda de ropa para
adquirir camisa, corbata y demás necesidades para el día siguiente.
Ahora ya solo faltaba sacar dinero y buscar un lugar donde pasar la
noche. Con esa pretensión me dirigí al cajero de Bankia, que, por
primera vez en mi vida, se tragó mi tarjeta. Aquello ya sí que lo
interpreté como el símbolo definitivo: llamé a mi dilecta Rosa a eso de
las 20:30 al borde de un ataque de nervios, le expliqué todo el día, así
como mi situación presente, y le pedí que sin cortapisa alguna, me dijera todo lo que pensaba al respecto con la franqueza que la caracteriza.
Hecho eso y escuchando lo que quería para terminar de convencerme, lo tuve clarísimo: mi salida era marchar de Alicante cuanto
antes, aceptar su ayuda y coger el primer autobús rumbo a Madrid.
Y aquí estoy de nuevo -aunque tal vez por poco tiempo ya- en
Salamanca, habiendo aprendido mucho estos dos días en Alicante, pero,
habiendo aprendido al modo de Pascual Duarte, es decir, no lo que se
debe, sino lo que no se debe hacer; no cómo fiarte de la gente, sino a
desconfiar plenamente de ella.
Al final, a día de hoy, solo sé que tendría que intentar vender
una portabilidad a Jazztel, que no me iban a hacer contrato legal y que
me trataron de una forma indigna cuando intenté exponer mi realidad y
por qué me vendría mejor empezar a trabajar el lunes. Ni siquiera sé
para qué empresa de intemediación iba a trabajar: no sé su nombre ni el
de los jefes, pero sí la dirección: "Doctor Just, 48. Bajo. Alicante".
En la presente entrada, inserto la etiqueta de la dirección para
que si alguien se encuentra en situación análoga a la mía y esta
empresa contacta con él, tenga claro de antemano la catadura inmoral de
esta gentuza.
Gracias todo cariño, ya te echo de menos! Hasta luego mi amigo.
ResponderEliminarSeñorito/a "ggggggggggg": Gracias a usted por lo arriba descrito, por su comentario y por su participación en este blog de léxico hispano. :)
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