jueves, 7 de noviembre de 2013

DICC.301: CORTAPISA

Cortapisa: Obstáculo, dificultad.


      1. Como os dije, poco a poco os iría poniendo al día de mis quehaceres en estos meses desaparecido del blog por las numerosas ocupaciones laborales.
          Empiezo hoy hablándoos de una joven brasileña, que sin lugar a dudas, ha sido una de las personas más importantes en estos últimos cien días de mi vida, desde que el 12 de agosto apareció en mi clase de B1. Esa misma tarde haría el Citytour y, si bien poco después cambiaría de clase, la semana del 19 al 23 de agosto volveríamos a coincidir en la que yo defino como la mejor clase del verano, con mis añoradísimos Kaoru, Lily, Ana, Camila y, cómo no, esta brasileña excelente llamada Bruna Franco Ramalho.
         Esa misma semana me preguntó si daba clases particulares fuera de Enforex y, desde esa semana, fue mi alumna extraoficial. Después, cuando mi situación personal empezó a tornarse asaz negativa con la caída en el Camino, la traición de las alemanas y mi final de CORPES, no solo siguió siendo mi alumna, sino y sobre todo, mi mánager proporcionándome alumnos particulares como Daniel, Clenia o Mariana. Sin embargo, por encima de esas ayudas que solo Dios sabe cuánto agradezco, me quedo con sus impresionantes calidad y calidez humanas,  una calidad y una calidez que me hacen decirte, sin ninguna cortapisa, querida Bruna, que te echo mucho de menos y que eres y has sido mi alumna favorita de 2013, amén de una grandísima amiga y un excelente descubrimiento humano
        Como te dije el sábado en la triste despedida de Barajas, esto no es un adiós; es simplemente un hasta luego, pues las personas que quieren, siempre se encuentran dos veces en la vida.



       2. Pocas veces como ayer cuando volví de nuevo casi seis días después de haber partido, he sentido a Salamanca como algo tan propio, como un lugar tan inherente, como un edén tan querido. Os cuento, queridos: Hace tres días tenía una entrevista de trabajo en Alicante y, por haber pasado la primera parte, hube de quedarme en dicha ciudad mediterránea para hacer una segunda prueba el martes, después de estar todo el día bajo supervisión de un comercial. No puedo decir que lo pasara mal el martes en Alcoy, pero tampoco sentía que fuera un trabajo para mí. No obstante, como sabéis, dada mi situación cuasidesesperada, estaba dispuesto a aceptar el empleo si me lo daban, siempre y cuando, por supuesto, fuera legal.  Y así, con esa sensación peligrosa de no tener nada que perder, fui a la segunda y última entrevista el martes a eso de las 19.40. En menos de cinco minutos, me dijeron que estaba contratado y, sin entender mis circunstancias de que yo estaba en Alicante solo para una entrevista y no tenía nada allí, me instaron a estar a las 7:50 del día siguiente con camisa, corbata, zapatos, etc... Ante la imposibilidad de que razonaran conmigo acerca de la dificultad de encontrar todo eso a esa hora en una ciudad desconocida, opté por hacer una interrogación evidente: "Muchas gracias por la oportunidad, pero si me permiten una pregunta: ¿cuándo firmo el contrato? ¿Qué tipo de contrato es? Me gustaría tener alguna información al respecto de las condiciones económico-legales". En ese momento, como si nos hubiéramos enterado de que Rubalcaba había ganado las elecciones, los rostros del comercial y el jefe se congelaron mirándose entre ellos -es que, ¡joder!, ¡mira que preguntar un trabajador por un contrato! ¿Dónde se habrá visto semejante afrenta?-. Por fin, pasados dos segundos de silencio, el jefe me contestó, muy locuaz, pero poco convincentemente: "Bueno, yo mañana llamo al asesor y todo eso ya lo aclaramos mañana a las 7:50".
      Y así, con esa sensación de agobio, de desnortamiento y de desconfianza, salí de la oficina directo a una tienda de ropa para adquirir camisa, corbata y demás necesidades para el día siguiente. Ahora ya solo faltaba sacar dinero y buscar un lugar donde pasar la noche. Con esa pretensión me dirigí al cajero de Bankia, que, por primera vez en mi vida, se tragó mi tarjeta. Aquello ya sí que lo interpreté como el símbolo definitivo: llamé a mi dilecta Rosa a eso de las 20:30 al borde de un ataque de nervios, le expliqué todo el día, así como mi situación presente, y le pedí que sin cortapisa alguna, me dijera todo lo que pensaba al respecto con la franqueza que la caracteriza. Hecho eso y escuchando lo que quería para terminar de convencerme, lo tuve clarísimo: mi salida era marchar de Alicante cuanto antes, aceptar su ayuda y coger el primer autobús rumbo a Madrid. 
      Y aquí estoy de nuevo -aunque tal vez por poco tiempo ya- en Salamanca, habiendo aprendido mucho estos dos días en Alicante, pero, habiendo aprendido al modo de Pascual Duarte, es decir, no lo que se debe, sino lo que no se debe hacer; no cómo fiarte de la gente, sino a desconfiar plenamente de ella.
       Al final, a día de hoy, solo sé que tendría que intentar vender una portabilidad a Jazztel, que no me iban a hacer contrato legal y que me trataron de una forma indigna cuando intenté exponer mi realidad y por qué me vendría mejor empezar a trabajar el lunes. Ni siquiera sé para qué empresa de intemediación iba a trabajar: no sé su nombre ni el de los jefes, pero sí la dirección: "Doctor Just, 48. Bajo. Alicante". En la presente entrada, inserto la etiqueta de la dirección para que si alguien se encuentra en situación análoga a la mía y esta empresa contacta con él, tenga claro de antemano la catadura inmoral de esta gentuza.
       

2 comentarios:

  1. Gracias todo cariño, ya te echo de menos! Hasta luego mi amigo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Señorito/a "ggggggggggg": Gracias a usted por lo arriba descrito, por su comentario y por su participación en este blog de léxico hispano. :)

      Eliminar