Inmarcesible: Que no se puede marchitar.
1. Ayer de nuevo volví a sentir verdadera vergüenza de mi nación al enterarme de que el sainete del caso Nóos seguía camino del esperpento con la desimputación de la infanta Cristina.
No dudo de que esta ominosa decisión judicial beneficia a la hija menor de los Borbones, pero, por favor, aquellos que arguyen que es una resolución beneficiosa para la Monarquía, no olviden que, a pesar de tantos y tantos años de conmiseración hacia los Borbones, ese tiempo parece felizmente ya acabado; piensen que la Monarquía no es una institución inmarcesible, y que, junto a la casta política y la justicia, es actualmente el blanco de las mayores críticas de la sociedad, sobre todo por la impunidad de la que gozan todos sus miembros, garantizando de esta forma la desigualdad ante la ley según el apellido.
Como muy bien -aunque panfletariamente- canta la adaptación de Miguel Ángel en La cabeza del dragón, "por democracia y por pedagogía / tiene que cambiar esta monarquía".
2. Ayer volví a disfrutar del ensayo del grupo Rabos de lagartija: primero concretamos aspectos que debíamos ya fijar acerca del vestuario -quién iba a pensar que el mejor lugar para hallar la ropa para los guardias sería Decathlon...- y posteriormente ensayamos segunda y tercera escenas, ya casi de un tirón y con bastante buenas sensaciones.
Después del ensayo, mis queridas Cármenes me felicitaron por la actuación del Pedrillo, lo cual agradecí considerablemente, aunque debo también tomar en consideración ese acertado apunte de Emilio de que debo borrar la sonrisa y tener más "mala leche". Supongo que irremediablemente la persona gana la partida al personaje todavía y esa sonrisa, que parece inmarcesible en mi rostro, me juega una mala pasada: ¡tomo nota!
De veras que os recomiendo esta obra: La cabeza del dragón. Recordad, el martes 11 de junio se representará en un ensayo abierto al público en el Instituto Mateo Hernández, y el sábado 15 será el estreno en la Biblioteca Torrente Ballester a las 19.00h.
Más que obra de teatro espectáculo total e insuflación de alegría. ¡Venid! ¡No os arrepentiréis! ¡Os esperamos!
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