miércoles, 22 de mayo de 2013

DICC.293: ADUSTO

Adusto: Seco, severo, desabrido.


  1.  Como he podido comprobar en mis fantásticas 32 semanas en Enforex, los estereotipos más repetidos acerca de los españoles es que amamos los toros y el flamenco y que somos abiertos, simpáticos y trasnochadores a partes iguales. 
       Después de ver lo de ayer, creo que a las características de los españoles debe añadirse su capacidad de sorprender al resto, por lo menos a nivel político. ¿O es que acaso alguien se esperaba que ayer el verdadero líder de la derecha española saliera, cual yerno de Silvestre Stallone, a repartir a diestro y siniestro y a erigirse en la auténtica y verdadera oposición del gobierno de Mariano Rajoy?
       Con un tono adusto y sereno que hacía tiempo no usaba, el gran José María Aznar demostró ayer que el liderazgo es una cualidad que se tiene o se carece, pero que no se puede comprar. Así, desde esa seguridad de los que van de vuelta, reclamó al gobierno rajoyesco -a cuyo lado los toros de Guisando son auténticos baluartes de fortaleza y bravura- que dejara de traicionar a sus once millones de votantes y torciera el sendo de su política por el camino de sus promesas electorales; misma petición, por cierto, que pocos días ha elevó Esperanza Aguirre. 
      ¡Qué bien le iría a España la vuelta de estas personalidades políticas! Ahora que Mariano parece empeñado en destruir el PP al más puro estilo UCD, no tengo ninguna duda de que un partido formado por Aznar, María San Gil, Esperanza Aguirre o Alejo Vidal-Quadras arrasaría en las elecciones, aunque mucho me temo que esta hipótesis no pasará de utopía.

   
   2.  La pasada semana empecé a gozar de una novela, como hacía tiempo que no disfrutaba. Se trata de una novela editada este mismo año, cuyo éxito viene avalado por la quinta edición en el mes de mayo: El Maestro del Prado.
        Se centra en Madrid a inicios de la década de los 90, donde un joven estudiante, sin tener muchas posibilidades gratuitas de ocio, visita asiduamente el Museo del Prado. Uno de esos días, mientras observa con atención La Perla de Rafael, se coloca a su lado un curioso sesentón. Tras media hora de contemplación paralela, por fin el adusto señor rompe el silencio para compartir sentimientos desprendidos del cuadro y confesarle algún arcano de dicho cuadro. Desde ese momento, con el misterio ya iniciado e interrogantes varias en la mente del lector, empezamos una carrera investigadora por los misterios del arte renacentista, que hacen pasar un muy buen rato, amén de aprender numerosas curiosidades del arte pictórico.
      En definitiva, queridos, si tenéis un rato y, sobre todo, mucha curiosidad pictórica, El Maestro del Prado es vuestra obra.

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