sábado, 16 de noviembre de 2013

DICC.303: FERAZ

Feraz: Fértil, copioso de frutos.



   1. Quiero hoy públicamente hacer un reconocimiento a la labor pedagógica de una gran empresa llamada Ipsigrap. Es un instituto de grafología, que, amén de ofrecer cursos formativos para hacer psicografológos y atender las diversas necesidades de estos cuando ya cuentan con la Licenciatura -cursos de Pericia Caligráfica, de Informes Psicografológicos, etc...-, ofrece realizar análisis grafológicos a quien desee conocerse por este medio.
        Ahora, dando un paso más, ha creado una página de Facebook, en la que, con todo el rigor que caracteriza a la empresa, trata de acercar la disciplina grafológica -todavía injustamente soslayada o ultrajada desde determinados ámbitos- al común de los mortales. Aquí os dejo el interesante enlace: https://www.facebook.com/Ipsigrap?fref=ts
        Nos confesaba hoy Carlos, el director de la academia, su deseo de iniciar un proyecto a manera de bolsa de trabajo para los formados en Ipsigrap que deseen empezar a desarrollarse profesionalmente en este campo. Lo decía, con el deseo de aprovechar la sinergia positiva actual de la empresa, en previsión de que algún día las clases no estén tan llenas o el interés por la materia sea menor, pero, queridos míos, cuando se pone el empeño, la profesionalidad y el trato humano que os caracterizan, es prácticamente imposible que acabe ese ciclo feraz, que, lejos de terminarse, no hará sino crecer.
         ¡Seguid así, queridos amigos de Ipsigrap, y seguiréis contando con el apoyo de todos vuestros conocidos! Desde aquí, mi reconomiento más afectuoso para todos vosotros.


  2.  Recuerdo como se recuerdan las enseñanzas de un maestro cómo Vicente del Bosque hace unos meses contestó a las réplicas de un periodista que acusaba a España de jugar mal, sentenciando que los españoles tenemos demasiada facilidad para convertirnos en "nuevos ricos".
       Sinceramente creo que, si bien el ser hispánico tiene algo de particular -como esa tendencia a no madrugar o a cenar cuando toda Europa duerme a pierna suelta-, el mal de los "nuevos ricos" es lugar común de la humanidad, que, por regla general, adolece de no disfrutar más el presente cuando es feliz y darse cuenta solo de ello cuando la felicidad o el bien son ya marchados. Yo, que como humano, no me erijo en salvedad a la regla, siempre me he considerado en cambio una excepción en un ámbito de mi vida: en toda la dicha derramada en mis etapas en Enforex. Allí, sin necesidad de perder ese bien, he sido siempre plenamente consciente de mi felicidad; ha sido indisoluble mi sonrisa e indisimulable mi deseo de permanecer congelado en el tiempo. Y así, puedo confesaros que este verano me lo he pasado en continua tensión pensando que la botella de la felicidad se acabaría de una semana a otra dadas las vacas anoréxicas que rodeaban la empresa, pero que finalmente todo el verano fue un período feraz, ya que, a excepción de una semana -que para más inri aproveché para hacer un deseado curso en Santander-, estuve ininterrumpidamente en la casa de mi dicha desde el 24 de junio hasta el 13 de septiembre.
        Ahora, dos meses después de mi salida y con estos días tan otoñales que se ciernen sobre mi vacuo futuro contratil, no sabéis, queridos míos, cuánto añoro esos estresados, pero dichosísimos días veraniegos.      

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