Edén: Paraíso terrenal, lugar muy ameno y delicioso.
1. Pues sí, queridos míos, ya pasó mi primera jornada en Enforex, ese edén del español donde he vivido muchos de los más bonitos momentos de mis últimos trescientos sesenta y cinco días.
Esta mañana, al recorrer los dos interminables pasillos que atraviesan la escuela y volver a sentirme en casa, me paraba paralelamente a pensar que aún no hace siquiera un año desde que impartí allí mi primera clase, y en cambio, han sucedido tantas y tantas cosas y se han sucedido tantos y tantos nombres que a día de hoy me sería prácticamente imposible imaginar una vida sin Enforex. Allí conocí a mi adorada Marie Solanet; allí granjeé inmortales amistades como Giada Randazzo o Takashi Matsumoto; allí me dejé adoptar por Mari Carmen como su hijo fiel por los siglos de los siglos; allí impartí clases ordinarias, de preparación del DELE, de español de los negocios, de cultura, de conversación y, desde hoy, también de literatura; en definitiva, queridos míos, allí soy yo, allí doy lo mejor de mí y, como me recordaba Tamara esta mañana, allí no podré desprenderme nunca de mi sonrisa.
2. Hace prácticamente tres años que no piso la playa. La última vez que lo hice fue en Italia, el penúltimo día de mi estancia ERASMUS, en un paraíso de arenas blancas y aguas cristalinas digno de postal caribeña.
No os puedo negar que, aunque a la larga la playa siempre me acaba aburriendo, ahora mismo me encantaría estar bajo el sol con buena música y buena compañía jugueteando con la arena. Sin embargo, cualquier lugar donde dejes buenos recuerdos será un edén para ti y una cita obligada para tu nostalgia, así sea la estación de autobuses de Ávila, paradigma de la antiestética.
¡Enamoremos los lugares con nuestras vivencias y serán garantía de amor perenne!
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