Aterido: Pasmado de frío.
1. Al igual que el frío tiene una consecuencia narcotizante de los miembros corporales, hay noticias actualmente que, por sus inherentes atributos gélidos, nos dejan el alma incapacitada para reaccionar.
Así, por ejemplo, Artur Mas denuncia a la policía por haber filtrado los informes que demuestran su ilícito enriquecimiento y paralelamente se querella contra el periódico que da voz a dichos informes por difamación. Así, por ejemplo, el PP catalán afirma que cree en la palabra de Arturito haciendo... ¿oposición? Así, por ejemplo, Urdangarín es imputado por la justicia, mientras su socia -y a la sazón infanta de este país- ni siquiera es citada por el juez cuando comparten al 50% las ganancias de la sociedad sin ánimo -o sinónimo- de lucro Nóos. Sin embargo, muy por encima de todo ello, si algo me deja aterido es la manipulación mediática que, con el grupo PRISA como adalid, se ha acometido en el caso del 11-M, el mayor atentado de la historia de Europa occidental, perpetrado con el único fin de cambiar el resultado de las elecciones de 2004, cuya sentencia se basa en pruebas falsas y declaraciones compradas por policías que, curiosamente, ascendieron después por gracia de Rubalcaba. Ha habido periodistas -gracias, Federico; gracias, Luis del Pino- que han intentado seguir adelante en la investigación, pero incluso tras hallarse uno de los focos de explosión que la justicia decía ser inexistente, la pesquisa siempre ha encontrado las puertas de la verdad cerradas, y a los periodistas, por supuesto, en el banquillo por "desobediencia a la versión oficial". Como bien diría Mariano José de Larra, ¡cuánto me dueles, España!
2. Como comentaba el pasado viernes con mi queridísimo Takashi y retomando el ya clásico lema con mis sicilianas, Carpe diem, tempus fugit. Parece mentira, pero estoy a punto de vivir el primer medio aniversario de la indeleble historia que me hizo tocar por primera vez con tanta felicidad el cielo. La semana próxima se cumplirán seis meses desde el día en que Marie Solanet y yo subimos a las torres de la Clerecía para lanzar suspiros al destino; en dos semanas se cumplirá medio año de la inolvidable jornada del 2 de junio en que la declaración de Don Juan Tenorio se hizo presente bajo el influjo de la mítica iluminación de la catedral de Salamanca, y a partir de ahí me tocará revivir con tan intensidad como falta de aire cada momento, cada salida, cada jornada en regiones inexploradas de fruición.
Ahora, a 21 de noviembre, aterido y henchido de nostalgia, siento que aquello queda tan lejano como el calor y precisamente por eso parece casi imposible que haya sido real; pareciera a veces que es el fruto de un deseo imaginado o de un sueño de madrugada, pero fue tan real como la vida misma; posiblemente tan real como irrepetible.
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