Transido: Fatigado, acongojado o consumido de alguna penalidad, angustia o necesidad.
1. Es comúnmente aceptado por cierto grupo de personas que el Diablo huele a azufre. Desconfío plenamente de esta aseveración porque, sin haber visto nunca de cerca a Rubalcaba, carezco de datos fidedignos para adherirme a dicha afirmación. Sin embargo, después de esta noche, de lo que no tengo ninguna duda es de que la desilusión tiene un sabor muy parecido a la leche caducada, un penetrante y desagradable sabor que penetra en tu cuerpo y te impide dormir de la forma más desagradable que imaginarse pueda.
Hacía muchas noches que el insomnio no venía a rendirme visita y, de verdad, que no lo echaba de menos, pero cuando mi cuerpo se extendió sobre mi cama el dolor de la desilusión fue tan intenso que fui incapaz de quedarme dormido durante, por lo menos, tres horas o tres horas y media.
Nada comparable, desde luego, a aquella noche del 1 al 2 de julio en la que toda España estaba en la calle celebrando la victoria de nuestra selección en la Eurocopa, mientras yo me consumía, transido de dolor, en un estudio absolutamente vacío y henchido de nostalgia, que a la postre habría de abandonar por saudade. Lo de ayer fue distinto; "simplemente" fue la constatación de que estaba en carreteras de ilusión equivocadas; "simplemente" fue un tortazo del destino del que teóricamente no me debería costar recuperarme después de la experiencia Marie. Sin embargo, os reconozco, queridos, que están siendo bastante duras estas horas sin ilusión, este despertar sin ánimo y esta jornada sin nada que esperar.
2. Ayer, sin esperarlo y por mera casualidad -aunque ya sabéis que no creo en ellas-, me encontré en el despacho de una trabajadora social con la que rellené un cuestionario con miras a la búsqueda de empleo y a la que confesé mis sueños, mis dudas y mis temores de ámbito sociolaboral.
Sin embargo, aunque me cubra las espaldas, como bien sabéis, mi sueño laboral 2013 es volver a repetir el 2012, esto es, volver a Enforex, volver a enfrentarme al reto de enseñar español a unas almas anhelantes de aprendizaje y volver a compatabilizarlo con el reputado y sin embargo cansino trabajo de CORPES. Debería no dudarlo y presentarme en la academia, hablar con Isabel y decirle que, aunque sea como trabajador de limpieza, pero que, por favor, vuelva a pensar en mí cuando haya oportunidad, que lo que más deseo en este mundo es volver a formar parte de la familia Enforex en calidad de lo que sea; en cambio, también os confieso que me falta esa decisión, que a pesar de que racionalmente sé que no tengo nada que perder, siento temor a la hora de afrontar la situación, aunque, supongo que alguna mañana que esté descansado, me tomaré un segundo café y afrontaré el reto con decisión.
Al escribir estas palabras no puedo por menos que acordarme de María Vicente, mi tutora de 2º de Bachillerato en el Colegio Jesús Maestro. Jamás me olvidaré del almíbar que desprendían sus palabras cuando nos confesó que, una vez que se le acabó el primer contrato, seducida y enamorada de la familia teresiana, suplicaba, transida de temor y de congoja ante la posible negativa, que la contrataran de lo que fuera, pero que, por favor, no la dejasen fuera de un sueño llamado Jesús Maestro.
María Vicente: en aquel entonces -y como sabes, no solo por eso- me cautivaste; ahora te entiendo tan bien que me gustaría correr 212 kilómetros para darte un abrazo y felicitarte por haber conseguido tu sueño. Ojalá yo tenga la misma suerte que tú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario